y al final...ya ni entiendes como has llegado hasta aquí...

jueves, 3 de noviembre de 2011

la vieja.



No sé a dónde voy, ni que quiero...y quien conduce a ciegas, tarde o temprano termina estampándose o en caída libre por un barranco.

Y eso soy yo, una coalición inminente, que arrastrará consigo todo cuanto le rodea.
Me gusta pensar en mí, como una de esas estrellas que tienen que morir, para que el universo se siga expandiendo, me gusta pensar que mi existencia tiene alguna utilidad para poder estar en paz. Pero me gusta más contradecirme para hacerme la interesante, y nadie note mi simpleza. Y  como si no fuera suficiente, me gusta imaginarme como un ser complicado, el cual impulsivamente sientas la tentación de desentrañar. Pero lamento develar el secreto: no hay sorpresa al descifrar el puzle. Es  como esa sorpresa que esperabas con ansias del regreso de un largo viaje, y terminó siendo un llavero de disneyland.

Creo que así fue mi vida, esperaba la sorpresa que me diera ánimos de aferrarme a algo…y terminé coleccionando llaveritos de plástico made in china, tintados de dorado. Realizando los sueños de otros…y los míos? tan frustrados como todos mis años.
además, todos sabemos que cuando una estrella muere, el universo no se expande… es sólo mi tendencia a querer creer que algo cambiará cuando la luz se apague;  Como al árbol que cae en medio de la selva, le gustaría saber que fue escuchado.

Llegar a viejo no es tan malo, tienen razón, es como volver a ser niño… lo que es bastante irónico, ya que ni siquiera puedo recordar cómo era ser niña, ni si quiera puedo recordar que escribí hace dos líneas sin volverlas a leer.  Pero si llegas a esta edad, y aún te puedes reír de ti, considéralo ganancia; Considera como un lindo detalle de los años, si aún puedes contarte chistes para tus adentros, y reír con el mismo cinismo.
A esta edad te das cuenta, que, de quien tienes que huir no es de la muerte, sino de la conmiseración propia, cuando te dejas hundir en tu propia miseria, llegas a desear que el regalo que esperaste toda tu vida sea la muerte,  que al fin te de paz.

Y ahora que la portadora de mi descanso se ha sentado a mi lado, me apresuraré a contarte un secreto: nunca me estrelle contra un muro, ni caí por el barranco… es que la verdad, nunca encendí el coche; tenía tanto miedo de lo que me esperaba que me quedé parada ahí toda la vida imaginando las mil y un maneras de cómo moriría; y hoy que estoy llegando a ese paso, no es tan malo…aunque podría ser mejor, pero no me quejo.  Éste gato tan viejo como yo, es hoy lo único que necesito para guardarme el secreto. Su ronroneo es como la canción de cuna que tal vez me cantaba mamá. El calor de su rechoncho cuerpo es todo lo que al mío le está haciendo falta; me gustaría verme como él, dormida en mi pecho sin tener que pensar en cómo nunca di un solo paso, y todo explotó conmigo dentro.

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