las palabras cambian de dueño, bueno la verdad no, la dirección a la que se dirigen las palabras las cambia el viento. Hoy ya no es a ti, y mañana probablemente ya no sea a ella, así como tu enmascarado rencor me pertenece ahora, después llegará la dulce indiferencia. Ya no son para ti estas letras, ni para nadie más, le pertenecen a quien las lea, y sepa hacerlas suyas.
Disculpa que me dedique al noble oficio de querer chingarte, pero es la última y nos vamos,
el valiente ejercicio del cínico, qué noble pecado.
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